Acudí con mis soviéticos, como no podía ser de otro modo, y con una fuerza -creo- bastante compensada a los 900 puntos que exigían las bases, a grandes rasgos:
-2 unidades regulares con LMG para absorber daño/coger objetivos etc.
-Scouts veteranos con SMG para flanquear
-Ingenieros de Asalto veteranos con SMG (con lanzallamas y armadura) como punta de lanza, en un camión de transporte.
-Un par de cazadores de tanques correteando con un panzerfaust (asustan y coaccionan más que cazar tanques en la práctica xD).
-Mortero medio con su observador para acosar a posiciones defensivas.
-SU-76-I, básicamente un Zis-2 sobre orugas... muy polivalente contra vehículos e infantería y asequible en coste.
-La unidad de bisoños gratis por la regla "racial" del ejército.
-Sniper regular, asesino de MMG's, lanzallamas, observadores, etc.
-Comisario inexperto.
-General basicote regular.
Con este ejército y en nombre de la gran madre patria, me dispuse a combatir a los enemigos fascistas... con más voluntad que éxito, como ya he adelantado.
Las mesas estaban muy conseguidas y reflejaban terrenos de juego diversos y bastante realistas: estepa rusa, ciudad europea, etc. Entre eso y que las bases explicitaban que se tenía que jugar con el ejército pintado... ¡así da gusto! (a Vendetta quizás no tanto, que se tuvo que pasar toda la semana previa dándole al pincel 24 horas al día como aquel que dice).
Primera partida, versus búlgaros contra Kevin:
Kevin es un viejo conocido de Infinity con el que me alegró volver a cruzar dados, comprobando cómo su afable spanglish había mejorado considerablemente. Nunca había jugado contra búlgaros y me sorprendió la regla del ejército que impide a sus rivales flanquear y los despliegues especiales de snipers y demás, bastante potente (y coaccionaba considerablemente a mis scouts). Nota mental: estudiarse el resto de facciones.
La cosa empezó mal y creo que el azar decantó bastante la partida. Mi SU-76-I se hizo añicos ante su pieza de artillería, a pesar de no tener gran penetración y de estar a largo alcance, debido a varios seises seguidos. En el flanco, mis bisoños al sufrir bajas entraron en pánico, echándose cuerpo a tierra y sufriendo nada menos que 5 "pinnes" de golpe (regla "green"). Si alguien no conoce Bolt Action, en este juego "pinnear" unidades a veces es más determinante incluso que ocasionar bajas.
En esa línea de acontecimientos, mi mortero quedó cegado al morir el observador por un certero tiro de su francotirador, mientras el mío, turno tras otro, erraba sus disparos -Vasili Záitsev estaría muy avergonzado...-. Su tanque también estuvo muy fino y diezmó mi infantería... aunque luego me di cuenta de que disparaba la MMG coaxial y el obus a la vez, lo cual es un error. En cualquier caso, no creo que fuera determinante en esta partida en concreto.
Sin la presión que normalmente ejercen los scouts, habiendo perdido unidades, en una mesa bastante abierta y fallando chequeos para que los ingenieros entrasen en el camión desde la reserva... una vez lo hicieron, eran pasto del fuego enemigo. Los refuerzos llegaron tarde y la partida estaba concluida para cuando sucedió. No pudo ser, victoria justa para Kevin.
Segunda partida, contra Javi y sus japos:
A Javi no lo conocía y fue todo un placer, un rival amable y que se conoce muy bien su ejército... el cual además presentaba muy buen aspecto, bien pintado y con unas peanas molonas.
En esta ocasión la misión consistía en un objetivo central en disputa, en lugar del "avión estrellado" que reza en la descripción, lo representamos con una peana con gallinas y a ambos nos resultó gracioso ver a los japos y los soviets dándose galletas por este motivo -los hay que somos felices con poco-. El caso es que había que recogerlo y sacarlo de la mesa, la verdad es que se trata de una misión bastante absurda a mi juicio porque da pie a "congas" con hileras de soldados pasándose el objetivo y cosas así, pero en fin.
Mi rival intentó ser el primero en coger el objetivo, con una táctica "rush" muy astuta consistente en tratar de capturarlo y huir rápidamente en un trasporte... algo que a mí también se me paso por la cabeza. Yo, sin embargo, opté finalmente por avanzar con más lentitud cercándolo con mis efectivos, guardándome la baza del transporte para golpear fuerte, es decir... mi intención era desgastarle hasta que no pudiera recuperarse y luego coger el objetivo.
Trunqué su táctica inicial con éxito y parecía que mi previsión iba a cumplirse, ya que los japos comenzaban a verse mermados, aunque a un ritmo menor de lo que yo esperaba. En parte porque el lanzallamas y los ingenieros que sí estuvieron duchos al desembarcar y deshacerse de su tanqueta, no reprodujeron tal conducta en el momento clave contra su infantería. Decir que esta misión también es proclive a cierto estancamiento "en trincheras", con ambos ejércitos cubriendo el objetivo y atacándose pero sin fraguar la captura del mismo.
Pero la cosa iba a torcerse para el ejército rojo. El oficial japonés, que ni se había dignado a aparecer en el campo de batalla hasta bien avanzada (fallando varios chequeos para entrar desde la reserva), entró por la retaguardia y se situó tras los efectivos japoneses, una de las unidades mermadas de su infantería cogió el objetivo y, posteriormente, se lo pasó al oficial... mala cosa.
Los japoneses que quedaban, aún tocados, conformaban una maraña difícil de superar para dar caza al menudo oficial de ojos rasgados, que ya se alejaba corriendo de la escena de batalla con las gallinas ponedoras encima y riéndose entre dientes. "¡Bastardo!" gritaban los ingenieros pertrechados con sus pesadas y toscas armaduras, incapaces de seguirle el pasó. Desesperadamente traté de darle caza pero los proyectiles soviéticos surcaron el aire sin mayor efecto. En el último turno iba a estar la partida, si el rival conseguía sacar un dado de su color antes que yo y por tanto contar con la iniciativa, el oficial se escabulliría... y así fue. Otra derrota, y parón para comer... pero en mi caso no caldo de gallina, desde luego.
Tercera partida, contra Carlos y... de nuevo japos, en la misma mesa.
Con el buche lleno y tras un café me dispuse a levantar mi honor, a ver si al menos ganaba una partida, aunque llevarme como suele decirse "la cuchara de palo" ya me causaba incluso cierta ilusión. De hecho, mi estado era bastante animado, había perdido dos veces consecutivas pero estaba siendo un gran día. ¿Por qué no?
Mi rival, también desconocido para mí hasta ese momento, a pesar de su cordialidad presentaba un aspecto un tanto taciturno, "tengo muy mala suerte en los juegos, en todos" se presentó. A lo que repliqué que "no sería para tanto" tratando de eludir cualquier superchería acerca de la "suerte" y haciendo gala de la doctrina del materialismo dialéctico oficial en la URSS, pero en lugar de ello me surgió cierto tono hippie no intencionado, como de frase chorra de Mr. Wonderful -creo que si finalmente hacen ese biopic de Lenin que se rumorea, no me van a coger para el papel...-.
Lo cierto es que del mismo modo que la suerte para mí resultó nefastamente determinante en la primera partida, lo fue en este caso -y en mayor escala me atrevería a decir- para mi último rival. Falló incontables chequeos, tanto para entrar desde la reserva como ante el terror causado por el lanzallamas (que "evaporó" a una unidad veterana bien posicionada en una casa).
Esta vez sí, los ingenieros de asalto hicieron estragos -los ingenieros molamos, joder, aunque tengamos que emigrar para tener trabajo-, pero también los scouts. Era un mata-mata y conseguí matar más unidades... de modo que gané, lo que propició que escalase algunas posiciones no quedando último -¿que me hacía ilusión la cuchara de palo? ¡pero si soy la rehostia en verso!-.
Así que nada, podemos resumir sentenciando que si yo hubiera dirigido a los soviéticos en la Segunda Guerra Mundial hoy todos hablaríamos alemán y comeríamos chucrut (
Os dejo algunas fotillos más de otras partidas con algunas escenas que me molaron:
Para terminar, decir que intentaré darle más a Bolt Action y que es muy divertido... eso sí, creo que es un juego que no resiste del todo bien el entorno competitivo, lo cual no es bueno ni malo por sí mismo, me explico. Si te lo tomas como algo más "pachanguero" es excepcionalmente divertido, pero si eres un jugador ultra-competitivo la alta presencia de azar (o alta al menos en comparación con otras plataformas) puede ser bastante frustrante, además de que las misiones y algunas mecánicas adolecen a mi juicio de cierta falta de solidez para este entorno.
Con todo, es un juego táctico pero con cierto "desenfado", y mola mucho reconstruir estas batallas y darse amor del bueno, especialmente si te encuentras con jugones tan majos como fue en este caso.
¡Un placer!
Estetioeslahostia.